BOQUITA (el origen del mal)
Boquita: el origen del mal
Marcia Schvartz
Instalación
Octubre 2019
Casa Barneau
Av. Pedro de Mendoza 1673, La Boca
Fotografía: Pepe Mateos
Filmación y Edición de Vídeo "BOQUITA": Dardo Fabián Flores (24 de Octubre 2019)
Sonido: Partido de Boca vs Real Madrid (28 de noviembre 2000) Final Copa Intercontinental, Tokio - Japón
Carlos Godoy
1. El medio es el mensaje
César Aira, el escritor que más se parece en sus modos de producción -y conceptualización- de obra a los artistas plásticos o visuales, publica sus textos tanto en multinacionales como en pequeñas editoriales independientes de baja tirada. En una entrevista, de las que solo da a medios internacionales, Aira cuenta que lo atractivo de publicar en editoriales pequeñas consiste en que de ese modo su obra tiene otros niveles de circulación. No establece preferencias de profesionalismo o de categorización o de tirada, entre una tipología o la otra. Solo dice que le interesa que su obra circule por espacios diferentes que a veces no responden a los mismos intereses, no involucran a los mismos actores y por lo tanto no generan cruces. Cuando Aira dice “circulación” no se refiere de modo exclusivo a la mediación con que la obra encuentra a sus lectores, la circulación también responde al gesto performático de la existencia efímera y periférica de la obra que, para este caso, se trata de un libro. Hay una propuesta del orden escénico en decidir los modos en que las obras llegan a los lectores o al público. Así como McLuhan decía “el medio es el mensaje” también se podría decir “la editorial es la novela” o, ya hablando de Boquita: el origen del mal, la instalación de Marcia Schvartz en Casa Barneau: “la galería es la obra”.
2. La Boca como zona
Lo que no dice Aira es que para una editorial pequeña de menor escala y distribución, tener a un monstruo del mercado como él en su catálogo, no solo es un logro profesional, también es una transferencia de capital en forma de legitimidad.
Algunos artistas se casan con una galería y otros suelen mover su obra a diferentes escalas como Aira. Sin ir más lejos, Alfredo Prior hizo una retrospectiva llamada Mi pintura (1971-2018) en la galería Fundación El mirador en abril de este año. Una rareza para la época, el espacio y el artista. Y en el octubre electoral de este año tuvimos en el barrio de La Boca una instalación de Marcia Schvartz en un espacio que suele funcionar como una galería de artistas boquenses, usando el gentilicio “boquenses” en el sentido más geográfico del término. Artistas que viven en el barrio y que no forman parte de lo que conocemos como “la escena” del arte. Bajo esta óptica no es una decisión inocente por parte de Marcia exhibir esta instalación en este lugar. La figura y el estereotipo que construye en esta instalación se retroalimenta con el espacio ¿dónde mostrar el paradigma del hincha de boca todo tatuado, que consume solo fútbol en todas sus variantes de consumo, si no es en Casa Barneau?
El barrio de La Boca tiene muchos espacios que gentrifican el arte del lugar. Galerías, museos, residencias. Un error recurrente de los artistas gentrificadores que vienen a producir o mostrar su obra en estos espacios es la búsqueda de empatizar con la estética y la historia de la zona. Es complicado hablar de lo “local” desde los espacios que niegan lo “local”. En este sentido, Marcia Schvartz resuelve con simpleza ese choque constante e irresuelto entre, lo que podríamos decir, cultura gentrificadora y cultura local.
3. La dialéctica de lo feo y lo lindo
Una de las tantas novedades que propuso la revolución de la web fue la de generar herramientas de fácil acceso para la imitación del maintream al mismo tiempo que permitió visibilizar esas imitaciones donde lo trucho, lo precario y lo artesanal dieron origen a una nueva estética pop de corte border, transparente y tercermundista. Esa nueva estética imperante promovió una revisión sobre las formas de consumir por fuera de las normas de época como el concepto de normcore que es algo así como la antiestética o una estética atemporal que trasciende a las modas. La quintaesencia de lo común. El arte contemporáneo rápidamente se apropió de ese pop 2.0 y empezó a producir obras despreocupadas por las terminaciones que enalteció la precariedad material y conceptual.
En la obra de Marcia Schvartz, el retrato y el autorretrato son tan importantes que podríamos ver la evolución de su obra a partir de estos. De hecho el gran giro en su producción se manifiesta cuando deja de retratar personajes urbanos de una clase media/alta intelectual y se muda a personajes nativos y telúricos enmarcados en espacios bucólicos y naturales. En este salto hacia el interior cultural no solo el tema se re conceptualiza tamizado por un precepto de clase, también cambia la línea y la composición de los tonos.
En la instalación Boquita: el origen del mal, Marcia evoca a su propia tradición del retrato pero, a diferencia de los demás trabajos, el personaje retratado es un personaje odiado. Y ese odio, ese rechazo hacia el protagonista de la escena es lo que decanta en el grotesco general de la instalación. La obra de Marcia Schvartz empezó a tomar la forma que la colocó en el podio de las pintoras argentinas durante su exilio en España y fue la línea, la paleta y su particular mirada sobre la vida burguesa su arma fundamental. Incluso cuando Schvartz atraviesa los diferentes estilos y periodos de su obra, siempre, las sutilezas de su línea se mantienen. En el caso de Boquita: el origen del mal vemos otra línea, otra forma de representar las proyecciones de la política y sus cruces con los negociados del fútbol. La fealdad, la falta de terminación, la acumulación de detalles precarizados y lúmpenes, hablan de ese pop 2.0 con el que inicia este capítulo, a la vez que se mimetiza y completa con el espacio boquense donde se exhibe la instalación.
4. La instalación
La instalación Boquita: el origen del mal es una evocación a la década del noventa a partir de un personaje grotesco fanático del Club Atlético Boca Juniors, las agencias de inteligencia y específicamente los barrabravas como vehículo -o herramienta- de la política frontal, de choque. Es una habitación, probablemente conventillera, que tiene las paredes decoradas con recortes de revistas de la época que referencian a la era de Macri como presidente del club y a la emblemática Yuyito González mostrando sus tetas. También hay un par de revistas El gráfico que tienen en tapa a “Gambetita” Latorre, en la actualidad devenido en comentarista de fútbol, como el referente de Boca en esa época. Marcia Schvartz hace una triple entrada para construir el momento del Club Atlético Boca Juniors del que quiere hablar. 1) la década de los 90 con sus personajes 2) los ídolos del club en ese momento y 3) el primer acercamiento del presidente Mauricio Macri al poder político: la dirección del Club en su era más exitosa.
Si hacemos un paneo por esa habitación (o “pieza”) vemos varios elementos que componen la trama de un mensaje político y social. En la mesa de luz pueden verse varios elementos de la acumulación y la falta de higiene: una pava, botellas, jarras, pastillas, una piedra de porro prensado. Al otro costado de la cama botellas de cerveza vacías y atrás, sobre el respaldo de la cama que está pintado con los colores del club, hay un rosario gigante, un plato de la SIDE y un recorte con la foto de Mauricio Macri. La cama de este personaje, que a partir de ahora podemos llamar “El barrabrava”, es junto al televisor todo su capital aparente. La estética desangelada con la que construye la escenografía de este personaje peca de reunir todos los clichés de cómo se cree que viven -o vivían- los barrabravas pobres de La 12 en los noventa.
Unas líneas sobre El barrabrava. El personaje principal de la instalación es un personaje construido desde la acumulación de detalles considerados desagradables: gordo, calvo pero con pelo largo, tatuajes de su club por todo el cuerpo, micropene, onanista, mononeuronal consumidor de fútbol. Prevalece un desprecio en la configuración de ese personaje como nunca se vió en la obra de Marcia Schvartz. El barrabrava está haciendo zapping con un palo de escoba como solía hacerse en aquella época en la que los televisores con control remoto eran un lujo o, por lo menos, una nueva tecnología que a zonas como el barrio de La Boca tardaba en llegar.
5. La hipótesis
La instalación Boquita: el origen del mal es desde su enunciado es una prescripción apocalíptica. La llegada del mal que acabará con todos tiene un origen que podemos rastrear en el tiempo si miramos hacia el pasado y ese origen es durante el menemismo -la época favorita del progresismo para situar todas sus quejas ideológicas desde la vuelta de la democrática- y también tiene una localización geográfica que es en el barrio de La Boca y más específicamente en la dirigencia del Club Atlético Boca Juniors. Siguiendo el modelo del cavaliere Silvio Berlusconi que inició su carrera política como presidente del Associazione Calcio Milan de la zona de Lombardía y culminó, no sin pocos escándalos, como presidente de la República de Italia; Mauricio Macri, que empezó como presidente del Club Atlético Boca Juniors, llegó a ocupar el sillón de Rivadavia en La Casa Rosada luego de ser dos veces Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Para Marcia Schvartz, el mal está encarnado por Mauricio Macri a partir del momento en el que inicia su carrera política como presidente del Club Atlético Boca Juniors, esa es la hipótesis de la instalación. No hay mucho más que agregar. Es una instalación, fiel al estilo de Marcia Schvartz, anti oficialista, anti Boca, y anti establishment, donde se mezclan todas las paranoias del artista setentista consagrado: la política, el neoliberalismo, los servicios de inteligencia, la clase social, el deseo burgués, la militancia, los barrios periféricos y sobre todo el dilema irresuelto del ascenso social vehiculizado por el éxito en el campo del arte.
La instalación se inauguró el viernes 25 de octubre, dos días después de la semifinal en la que el club Atlético River Plate dejó afuera de la Copa Libertadores de América a Boca Juniors y dos días antes de las elecciones presidenciales que lo tenían a Mauricio Macri como uno de los protagonistas. Así la instalación funciona como un augurio que anuncia, oscilando entre ambas fechas, el fin del Macrismo. La instalación de Marcia Schvartz enuncia su mensaje en tiempo y espacio.
6. El medio es el mensaje II
Marcia Schvartz quería exponer su instalación antes de las elecciones presidenciales del 27 de octubre, la fecha era clave en la performance de la exhibición. Habló con algunos galeristas del barrio de La Boca y no recibió mayor atención. Era una obra demasiado antioficialista para el candor oficialista de las galerías del barrio. Antioficialista no solo en el sentido partidarista; también lo era en un sentido zonal, barrial. La instalación Boquita: el origen del mal era demasiado antiboca, anti popular, anti barrial y hasta anti “arte”, si se quiere. Frente a la negativa o al silencio por parte de los galeristas probó en espacios estatales como museos e instituciones con una agenda más educativa y no tan vinculada a la exposición y venta de obras. Pero los protocolos para conseguir esos espacios, aún siendo Marcia Schvartz, probablemente la pintora argentina más importante de la historia, le permitían contar con la disponibilidad de las instalaciones recién el año que viene previo haber presentado un proyecto con sus respectivas cartas de recomendación. Finalmente, un herrero reconocido del barrio le recomendó Casa Barneau que, sin dificultades, ofreció su disponibilidad y sus escasos recursos -por no decir nulos en comparación a los demás espacios del Distrito de las Artes- para llevar adelante la instalación.
La trama detrás de esta instalación que solo estuvo exhibida durante dos días en el mes de octubre en Casa Barneau, recupera un riesgo y una peligrosidad incisiva que el arte, y en particular el arte que se manifiesta en las instituciones del barrio de La Boca, perdió desde la creación del Distrito de las Artes y su promoción de la burocratización de la circulación de obra.
Marcia Schvartz, pese a moverse dentro de la comodidad que le proporciona el reconocimiento y los recursos que posee por ser una de las artistas más importantes de la actualidad, decide moverse hacia la incomodidad de buscar un espacio para mostrar su obra como si fuera una artista que se está iniciando y que tiene que recurrir a la autogestión como única posibilidad. El barrio de La Boca que recibe a los artistas más importantes del mundo con exhibiciones de nivel internacional o que realizan intervenciones en el Riachuelo o demás zonas de la vía pública, que trae a curadores para que den charlas sobre el presente y el futuro del arte, o que convoca a los referentes más importantes de la escena local para que muestren sus obras o realicen residencias de producción, en ese barrio que pareciera que solo hay espacio para el arte desde todas sus múltiples y diferentes aristas, Marcia Schvartz trae un ingrediente abandonado: el riesgo.